La consagrada periodista Rosa Montero discurre respecto a la inteligencia egoísta de las personas. En una columna del periódico La Nación esta madrileña escribe su texto argumentativo, de tono irónico y provocador, sobre el papel de las personas inteligentes en la sociedad y usa el resultado del test de inteligencia de Paris Hilton para impulsar la discusión de ideas que propone.
El primer enunciado del texto marca la subjetividad que vamos a encontrar hasta el final del mismo. Al empezar con un adverbio tan enérgico como “nunca” seguido del verbo en 1ª persona del singular “me he fiado”, nos damos cuenta que Rosa Montero parte de sus propias opiniones y lo deja muy claro. No solo la novelista está presente como también quiere que el lector esté, cuando lo acerca a través de un “ya saben”, aún en la primera línea del primer párrafo.
Su tema central, la inteligencia egoísta, se divide en cuatro ideas principales a lo largo de los cinco párrafos del texto: en el primer párrafo queda evidente la opinión de la madrileña sobre la inutilidad de los test de inteligencia; en el segundo la autora aporta el ejemplo de Paris Hilton, una supuesta superdotada, para ratificar lo que afirma en el párrafo anterior; en el párrafo siguiente presenta el tema central a partir de la pregunta sobre lo que miden los test de cociente intelectual; el cuarto párrafo nos transmite la idea de que el talento no vale de nada sin la perseverancia y la disciplina; y en el último párrafo se rescata el tema central que ya había sido expuesto dos párrafos antes: la inteligencia egoísta y deshumanizada no es nada en la vida.
Rosa Montero construye su argumento basándose en Paris Hilton y, a lo largo de los cinco párrafos, se refiere a la socialité utilizando coloquialismos como “petarda” y “mentecata” que son muy informales y denotan la posición irónica de la escritora hacia la “nena”, “la Hilton” superdotada. El uso de la expresión “para tirar cohetes”, acerca de la capacidad intelectual de Madonna, marca una vez más la subjetividad de lo que enuncia Montero.
No obstante, para que el texto sea comprendido por los lectores, es importante saber quién es esta chica que sirve de ilustración, o sea, el argumento de la periodista cuenta con conocimientos enciclopédicos del receptor, incluso a la hora de presentar el tema de los test de inteligencia de “Rorschach”. Sin embargo, la autora ofrece la explicación del término presentado anteriormente, facilitándole al lector su significado y permitiendo mayor alcance de su opinión, ya que que si alguien no consigue decodificarlo tampoco podrá entender una de las ideas desarrolladas.
La ironía se hace presente en el texto, como en la frase “cualquier cosa puede ser posible, desde la cuadratura del círculo hasta la existencia de las hadas” en la cual cita ejemplos de cosas casi imposibles, comparándolas a la inteligencia extraordinaria de Paris Hilton, cuestionada irónicamente con el adverbio “supuestamente” en la octava línea. El Guinness también es satirizado, definido como un sitio perfecto para publicación de “tonterías”. Como la opinión de la escritora se manifiesta muy claramente, el lector modelo esperado será aquel que comparta sus ideas y, para conseguir afiliados a lo que afirma utiliza verbos en la primera persona del plural (“pongamos”, “somos animales sociales”, “todos conocemos”), que supone la participación de la persona que lee, o por lo menos su reflexión.
Hasta el segundo párrafo, Rosa Montero está convencida de que Paris no es una superdotada. Eso, según la autora, sería algo de conocimiento general (“Y convendrán conmigo”). Sin embargo, el tercer párrafo utiliza esta misma verdad compartida para presentar su tema de discusión y la autora lo hace a partir de la conjunción adversativa “pero”, seguida de la forma “pongamos”. Esta construcción le permite llegar al lector e invitarlo a pensar con ella, en este caso, propone una reflexión acerca de cuál es la verdadera importancia de ser superdotado.
La novelista amplía el tema, relacionando la inteligencia a la humanización. Para eso, convoca a su interlocutor a recordar a aquellas personas sin estudios que poseen una gran inteligencia emocional. En el párrafo hay la presentación de una moraleja: los hombres son animales sociales, por tanto deben vivir junto con los otros y preocuparse por ellos. La frase final de la periodista rescata y refuerza su opinión hacia Paris Hilton, una chica alienada y que sirve para confirmar que los test de inteligencia en verdad no miden nada.
El primer enunciado del texto marca la subjetividad que vamos a encontrar hasta el final del mismo. Al empezar con un adverbio tan enérgico como “nunca” seguido del verbo en 1ª persona del singular “me he fiado”, nos damos cuenta que Rosa Montero parte de sus propias opiniones y lo deja muy claro. No solo la novelista está presente como también quiere que el lector esté, cuando lo acerca a través de un “ya saben”, aún en la primera línea del primer párrafo.
Su tema central, la inteligencia egoísta, se divide en cuatro ideas principales a lo largo de los cinco párrafos del texto: en el primer párrafo queda evidente la opinión de la madrileña sobre la inutilidad de los test de inteligencia; en el segundo la autora aporta el ejemplo de Paris Hilton, una supuesta superdotada, para ratificar lo que afirma en el párrafo anterior; en el párrafo siguiente presenta el tema central a partir de la pregunta sobre lo que miden los test de cociente intelectual; el cuarto párrafo nos transmite la idea de que el talento no vale de nada sin la perseverancia y la disciplina; y en el último párrafo se rescata el tema central que ya había sido expuesto dos párrafos antes: la inteligencia egoísta y deshumanizada no es nada en la vida.
Rosa Montero construye su argumento basándose en Paris Hilton y, a lo largo de los cinco párrafos, se refiere a la socialité utilizando coloquialismos como “petarda” y “mentecata” que son muy informales y denotan la posición irónica de la escritora hacia la “nena”, “la Hilton” superdotada. El uso de la expresión “para tirar cohetes”, acerca de la capacidad intelectual de Madonna, marca una vez más la subjetividad de lo que enuncia Montero.
No obstante, para que el texto sea comprendido por los lectores, es importante saber quién es esta chica que sirve de ilustración, o sea, el argumento de la periodista cuenta con conocimientos enciclopédicos del receptor, incluso a la hora de presentar el tema de los test de inteligencia de “Rorschach”. Sin embargo, la autora ofrece la explicación del término presentado anteriormente, facilitándole al lector su significado y permitiendo mayor alcance de su opinión, ya que que si alguien no consigue decodificarlo tampoco podrá entender una de las ideas desarrolladas.
La ironía se hace presente en el texto, como en la frase “cualquier cosa puede ser posible, desde la cuadratura del círculo hasta la existencia de las hadas” en la cual cita ejemplos de cosas casi imposibles, comparándolas a la inteligencia extraordinaria de Paris Hilton, cuestionada irónicamente con el adverbio “supuestamente” en la octava línea. El Guinness también es satirizado, definido como un sitio perfecto para publicación de “tonterías”. Como la opinión de la escritora se manifiesta muy claramente, el lector modelo esperado será aquel que comparta sus ideas y, para conseguir afiliados a lo que afirma utiliza verbos en la primera persona del plural (“pongamos”, “somos animales sociales”, “todos conocemos”), que supone la participación de la persona que lee, o por lo menos su reflexión.
Hasta el segundo párrafo, Rosa Montero está convencida de que Paris no es una superdotada. Eso, según la autora, sería algo de conocimiento general (“Y convendrán conmigo”). Sin embargo, el tercer párrafo utiliza esta misma verdad compartida para presentar su tema de discusión y la autora lo hace a partir de la conjunción adversativa “pero”, seguida de la forma “pongamos”. Esta construcción le permite llegar al lector e invitarlo a pensar con ella, en este caso, propone una reflexión acerca de cuál es la verdadera importancia de ser superdotado.
La novelista amplía el tema, relacionando la inteligencia a la humanización. Para eso, convoca a su interlocutor a recordar a aquellas personas sin estudios que poseen una gran inteligencia emocional. En el párrafo hay la presentación de una moraleja: los hombres son animales sociales, por tanto deben vivir junto con los otros y preocuparse por ellos. La frase final de la periodista rescata y refuerza su opinión hacia Paris Hilton, una chica alienada y que sirve para confirmar que los test de inteligencia en verdad no miden nada.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEl comentario de Mariana está muy bien elaborado. Sistematiza el texto de manera a elaborar una introducción bien resumida de lo que podemos encontrar en el texto. Después lo detalla con los temas específicos que aparecen en el desarrollo del texto. Lo que llamó la atención fue la interpretación de que el tema central del texto sea el egoísmo. No lo diría así, para mí la conceptuación de la inteligencia y la forma como cada persona utiliza su capacidad aparece más que el egoísmo. Mariana tiene razón cuando comenta que el conocimiento enciclopédico exigido para comprender el texto es muy específico. Ni todas personas conocen a la heredera Paris Hilton tampoco sabe que es una excéntrica. Muy bien observado la sátira con el conocido libro Guinness que se dedica a publicar records sin propósito. Finaliza el comentario retomando el tema de las inteligencia dejando claro la moraleja del texto de Rosa Montero.
ResponderEliminarHola Mariana,
ResponderEliminarTu texto está bien comentado, principalmente, en relación a los modlizadores. Pero tuve una duda, a mi no me pareció que el tema central es la inteligencia egoísta, sino las dudas que esos test ponen a qualquier uno. ¿Qué opinas?
Abrazos