COMENTARIO CRÍTICO DEL TEXTO: VENGANZA ACADÉMICA
A través del texto “Venganza Académica”, el conocido e ilustre escritor español Arturo Pérez-Reverte, también miembro de la RAE, ha querido comentar con sus lectores las cartas que ha recibido, en las cuales son indicadas las erratas detectadas en sus obras.
El escritor menciona que la tarea de los “colaboradores” despierta “curiosidad, agrado” y también “disgusto”, si se comprueba que la “errata es gorda”. (l. 3)
Como todo escritor, reconoce que la difícil y ardua tarea de escribir es un proceso en el cual se pueden cometer equivocaciones involuntarias, aunque se haya leído y corregido varias veces el texto producido. Los errores pasan inadvertidos una y otra vez. Usa metáforas y comparaciones para ejemplificar las dificultades de la tarea de escribir, evitando repeticiones y enriqueciendo el texto: la obra que uno acaba de parir con interés (l.4) demuestra que el proceso de escribir requiere mucho esfuerzo y sugiere sufrimiento, poner en pie un artefacto complejo (l. 9), refuerza la idea de mucho trabajo, concentración y competencia, por ignorancia del autor del jardín donde se mete (l. 10), el lugar donde el escritor entra para realizar su obra, donde está su inspiración y su vena artística,
También manifiesta una crítica bastante despectiva y despreciativa para con los “cantamañas y tocapelotas”, aquellos fastidiosos irresponsables que no merecen crédito y que corrigen al escritor tirándole de las orejas (l. 30), llamando la atención sobre algún error histórico o lingüístico (l. 31). Con ironía revela el placer que siente al corregir los que se creen superiores y grandes conocedores de la lengua, pero se equivocan hasta el punto de hacer el ridículo: como se columpian (l. 31), y metiendo, de paso, la gamba hasta el corvejón. (l. 34)
El autor menciona otro buscador de errores o equivocaciones: el cazador de erratas profesional (l. 22-23), que muchas veces resulta más conocedor que el propio autor del tema tratado en el texto.
Con un lenguaje lleno de términos coloquiales – y a veces hasta vulgares – y utilizando recursos más comunes de la oralidad: Volviendo a lo de erratas y descuidos (l. 22), Escribes, por ejemplo, en la página tal (l. 23), encima va y te dice (l. 25), y siempre son ellos los que te pillan a ti (l. 27-28), Por lo que jode (l. 44), el escritor “conversa” con los lectores con complicidad buscando una mayor aproximación con ellos. Al expresarse en este estilo discursivo más íntimo y familiar, Pérez-Reverte está sobreentendiendo que “sus” lectores lo conocen y ya han leído varios textos suyos Alguna vez les he contado (l 1), y también desea producir en ellos un gran impacto con sus comentarios.
El autor también señala, de modo despectivo e irónico, que un fulano (l. 34,) todo un profesor de Lengua y Literatura, denunciando “errores lingüísticos graves” (l. 32-33), no le escribió directamente ni utilizó el tratamiento de el señor, el don y el excelentísimo a que, modestia aparte, allí tengo derecho (l. 36), por tratarse de un escritor renombrado y miembro de la Real Academia Española. La respuesta que le dirige, haciendo uso de su autoridad académica, de su cargo ilustre y escribiendo en papel de cartas color hueso, impreso con mi nombre y el bonito escudo de la RAE (l. 39-40), tiene un tono irónico y “destila” una venganza bien argumentada, con total conocimiento de causa, escribiendo con placer y satisfacción goteándome el colmillo (l. 38). La persona que criticó sus escritos se consideró sagaz y preparada para corregir a un gran escritor, pero, por su falta de conocimientos lingüísticos y su intervención de modo inoportuno y desacertado, recibió una reprimenda, además de consejos para consultar y usar frecuentemente el Diccionario, la Ortografía y la Gramática de la RAE.
El título “Venganza Académica” es realmente significativo, pues, no obstante mantener un diálogo informal, con vocablos y expresiones propios del coloquialismo: por mucho que sepas de algo, siempre habrá alguien que sepa más que tú (l. 28-29), del registro vulgar: el jodío (l. 25), por lo que jode (l. 44), el autor deja explícito en el texto que él escribe desde hace veinte años y es muy respetado en el ambiente académico: escribir historias desde hace veinte años me hace tener mucho respeto por todos mis colegas (l. 16). No se trata de una nota de un escritor cualquiera. Es un texto de un profesional de renombre, un ilustre académico miembro de la RAE que merece el respeto y la admiración de sus lectores.
Pérez-Reverte denota en todo momento una gran libertad de expresión, modaliza su discurso y utiliza recursos literarios propios de quien tiene mucha experiencia en el arte de escribir. Uso de verbos en el indicativo y en el subjuntivo en todo el texto: llega abundante correo (l. 1), en que la cosa quede lo más perfecta posible, Escribes (l. 23), ponemos trampas (l. 26), me haya metido (l. 18), consultase antes (l.41), uso de figuras literarias como en la obra que uno acaba de parir con interés (l. 4), deixis personal usando pronombres de primera y segunda persona: les he contado (l. 1), el fulano no me la dirigió a mí (l 34), Y te recuerdan (l. 28), posesivos: mi última novela (l. 32), No es mi vocación ni mi oficio (l. 20), elipsis, suprimiendo el pronombre sujeto: el día que recibimos (l. 13), como digo (l. 10), por mucho que sepas de algo (l. 28), Un ejemplo es la carta que recibí (l. 32), evite hacer de nuevo el ridículo (l. 43).
No solamente experiencia se necesita para escribir, sino también sólidos y fundamentados conocimientos de los temas a tratar, una gran elocuencia y facilidad para transmitir las ideas y conceptos y la utilización correcta de la lengua con el dominio de los recursos lingüísticos. De tal modo los lectores apreciarán la lectura y sentirán el regocijo que se obtiene de penetrar los límites de la literatura y navegar en ese océano infinito de cultura y saber.
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