En los últimos 15 años, la ciudad de Rio de Janeiro ha trabajado para que Brasil sea
el segundo país latinoameriano y el primero de América del Sur a recibir una olimpíada. Siempre me pareció una irresponsabilidad que una nación sin infraestructura, con graves
problemas en el área de la salud, educación, transportes, etc, pudiera haber cometido la
insensatez de disputar la condición de organizadora de un evento de dimensiones tan
gigantescas. Y, aún peor, sin un programa político específico para el deporte, en un país
con un enorme contingente de personas talentosas, pero que nunca gana nada, salvo algunas medallas en el fútbol o voleibol, deportes esos colectivos y sin la interferencia directa del poderío público. En las escuelas, las clases de educación física son o una vueltita rápida por el patio, o un jueguito de balonmano. Si la mentalidad no cambia, van a construir instalaciones magníficas para que los extranjeros ganen sus medallitas. Las esperanzas brasileñas estarán como siempre depositadas en algunos de los héroes solitarios que una vez u otra surgen en alguna parte de la confederación. Algún Cielo o Diego Hipólito del año 2016, que tendrán de ( si se cumple la teoría de la total falta de tiempo para que en 7 años Brasil se transforme en una fábrica de talentos deportivos), cargar solos el peso inmenso de un país carente de ídolos.
Por otro lado, puede ser que ni todo salga mal. Quizás Río se transforme en una
ciudad más moderna, conviva con nuevas tecnologías y que aparezcan ideas y soluciones
específicas para el desarrollo socioeconómico de una ciudad de tercer mundo. La capital
carioca sería entonces un modelo para Brasil, como también para otras localidades subdesarrolladas del continente latinoamericano.
Pero de momento no soy ni un poco optimista. Los recientes Juegos
Panamericanos de Río, en 2007, cuyas obras superfacturadas, después de unas pocas
prácticas deportivas, sirven hoy en día como abrigo para algunas moscas y otras tantas
cucarachas, son una demostración bien viva de lo que probablemente va a suceder en un
futuro próximo.
sábado, 31 de octubre de 2009
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ResponderEliminarHola Edmar,
ResponderEliminarLlevas toda razón en preocuparte con esas olimpíadas en Río. La ciudad "maravillosa" no tiene infraestructura que permita un evento tan gigantesco así, y tantos millones se gastarán en envestimientos en juegos, estadios de fútbol, en cuanto la mayor parte de la sociedad vive precariamente sin condiciones basicas, como has puesto en el texto: salud, educación, transporte, y también la falta de incentivo cultural con los propios deportes. Eso es algo muy serio, pues la violencia se ha crecido cada vez más debido a esas "malas" condiciones.
Te felicito por el texto, está muy claro y objetivo.
Roseane