A empezar por el título, se prodría decir que el texto de Vargas Llosa nos remite a cuestiones políticas, en las que se implican relaciones jerárquicas de poder. Eso se confirma a lo largo de la lectura. El autor nos da una lección de relaciones internacionales cuando discute la existencia de una América Latina gobernada por “sátrapas”, como el presidente venezolano Hugo Chávez y el cubano Fidel Castro.
Llosa define su texto como un artículo simplemente. Pero habría que añadir a esa definición la expresión “de opinión”, sobre todo porque él hace un consistente análisis personal del incidente de la Cumbre Iberoamericana de 2007, en la que el rey de España, irritado por las “descalificaciones groseras” que hizo Chávez el en evento, le dice al “comandante” “¿por qué no te callas?”.
El autor, para componer ese texto, en el que su objetivo principal parece ser el de mostrar lo cuanto la América Latina seguirá “anacrónica, demagógica, inculta y bárbara” mientras sea gobernada por “energúmenos” caudillos que la retrasan y la condenan “al fracaso y al ridículo”, utiliza muchas estrategias lingüísticas.
En primer lugar se podría resaltar la seleción léxica. El autor elige adjetivos subjetivos, principalmente para aludir a los presidentes que considera representantes de la América inculta y deshonrada y para aludir también a sus actitudes. Para referirse a dichos gobernantes, Vargas Llosa utiliza, por ejemplo, “payasos” y “energúmenos”, mientras que, para aludir a sus acciones, las califica de “cómicas y siniestras”. El autor, sin embargo, parace privilegiar los sustantivos para expresar su disgusto por lo que ocurrió en la Cumbre Iberoamericana y por los gobiernos anti demócratas latinoamericanos. Por ello encontramos nombres como “saldote de marras”, “estupidez conceptual”, “vulgaridad del comandante”, “personajes”, “histrión”, “mandatarios de segunda frente”, para describir a los presidentes y “psicodrama”, “mojiganga” y “satrapías” para conceptuar sus actitudes políticas. Vemos, así pues, que hay fuerte presencia de la subjetividad del autor. Para transmitir sus opiniones, él las valora, les agrega juicios, lo que hace su texto impactante al lector.
En segundo lugar sería posible considerarse la polifonía presente en “El comandante y el rey”. Hay el uso del discurso directo marcado por comillas, como en el habla de Chávez al que Llosa considera de “estupidez conceptual”: “somos humanos y los fascistas no son humanos. Creo que una serpiente es más humana que un fascista o que un racista”. Parece que la intención del autor es marcar explícitamente el habla del comandante para mostrar al lector que proviene del ditactor, no del autor, y, también, que no comparte de las ideas de Chávez. De este modo aclara al lector las visiones opuestas que juegan en el texto. Así como hay una América de “profunda incultura política”, representada por Chávez y sus compañeros Ortega, Morales y Castro, hay otra América, la de Vargas Llosa, que es “decente, honrada, culta y democrática”.
Otra cita en estilo directo es la que corresponde al habla del ex-presidente español José Luis Rodríguez Zapatero, que critica la “descalificación” grosera de Hugo Chávez en el evento político de Iberoamérica cuando éste critica a José María Aznar, un presidente que “fue elegido por los españoles”. En este momento, Vargas Llosa parece querer demostrar una mayor fidelidad al describir el evento. Quiere transmitir detalles de lo que ocurrió en la Cumbre para que el lector tenga más referencias y pueda comprender con amplitud lo que quiere expresar el autor en su artículo de opinión.
Por último se podría señalar la pregunta retórica de las cuales hecha mano el autor en el penúltimo párrafo del texto: “¿alguna otra enseñanza que sacar de todo eso?”. Se la podría considerar retórica porque el autor no tiene como objetivo, al hacerla, obtener una respuesta inmediata y directa. En cambio no busca respuestas, sino que quiere que el lector reflexione acerca de esa y siga el raciocinio que está conduciendo en el texto. Quiere, con la pregunta, que sus lectores acompañen su argumentación y la aprueben. Haciendo eso, el autor acaba poniéndose en una posición abstracta del que enseña, del que escribe para moralizar e instruir, posición ésta que es conveniente al articulista, que quiere defender un punto de vista para persuadir a sus lectores y hacerlos adherir a su causa, como los oradores retóricos de la Antigüedad Clásica.
Algo muy interesante que hace Vargas Llosa, al final del texto, para concretizar la enseñaza que se propone hacer, es explicarla por una pequeña fábula, en la que, por la propia característica del género, se nota el tono moralizante: “a los tigres y a las hienas no se las placa con venias y sonrisas y echándoles corderos”. Es posible considerar, con relación a esa estrategia, mínimamente, que el autor podría querer ilustrar su punto de vista al lector, aclarándoselo, para, una vez más, garantizar la compreensión de ése.
Por todo eso conviene destacarse que la clase de Vargas Llosa en “El comandante y el rey” está construída para que nosotros, desde la posicón de lectores y ciudadanos de Latinoamérica, salgamos del estado de “clausura, invisible y muda” que nos toca y no escuchemos a comandantes que usan discursos violentos que nos mutilan y nos callan. Debemos, al contrario, exigir presidentes dignos, que representan la civilidad, la libertad, la legalidad, dado que sólo estos pueden sacarnos de “la barbarie del subdesarrollo”.
viernes, 9 de octubre de 2009
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Muy interesante las ideas de Luiza. En mi texto no abarqué nada de lo que ella ha dicho.Será porque fui muy técnico.Pero ella ha visto lo que está por detrás del texto, ha sacado el espírito de la letra y me gustó.Congratulations Luiza....
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