Cecilia Piñon Vásquez es catalana, de Barcelona, pero vive en Brasil desde 1972. Vio España salir campeona en 1964, cuando tenía solamente nueve años. Sin embargo, se acuerda perfectamente de la fiesta que hicieron en su barrio para celebrar el título inédito.
“En la calle principal no se podía caminar debido a la multitud que se amontonaba para vibrar por la conquista. Yo, muy niña, casi no comprendía lo que pasaba, pero se trata de uno de los pocos recuerdos de mi infancia que me viene a la cabeza con claridad”, cuenta.
La familia de Cecilia, sobre todo su padre, acompañaba el fútbol y no perdía un partido siquiera del Barça. Incluso su madre, a la que no le gustaba mucho el deporte, se iba al Camp Nou a menudo, estadio del club catalán, junto al marido, Cecilia y otros dos hijos menores.
Cecilia dice que extraña aquellos tiempos, pero, hoy, en Brasil, suele acompañar muy poco el fútbol, ya que, para ella, el deporte más popular de los brasileños, a pesar de pentacampeón, no se vive con la misma intensidad y la misma pasión con la que se vivía en su época en España.
“Ah, no sé decir bien la diferencia, pero me parece que, en España, había una atmósfera más apasionante alrededor del fútbol. Un partido entre Barça y Real, por ejemplo, paraba completamente – y sigue parando todavía – todo el país. En Brasil, pese a la pasión de los hinchas, no hay movilización igual. En 2005, última vez que volví a Barcelona, me encontré las calles arregladas con los colores del Barça, puesto que el club había salido campeón en la Copa el fin de semana anterior. Aquello, para mí, fue como volver en el tiempo y sentir, otra vez, la magia que nos brinda el fútbol”, describe Cecilia.
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