miércoles, 10 de junio de 2009

Entre cómica, sangrienta y dramática: muchas historias

Comentario crítico de la novela "Plata Quemada" de Ricardo Piglia.
Esta no es una historia, sino varias. Si uno lee la novela con la mirada superficial, reconoce que hay la historia de un asalto. Pero si echa la mirada más allá, hacia las entrelíneas, ve que son muchas las historias. Sería una construcción lineal, por las marcaciones temporales de la narrativa, en lo que atañe a la secuencia del ocurrido policial. Sin embargo, con la presentación de las muchas historias, se muestra una narrativa de idas y vueltas. Las largas descripciones de los personajes y sus historias en medio de “un cuento”, haciendo una contextualización casi psicológica, permiten al lector crear una atmósfera analítica de la situación y hasta del desarrollo de la historia. Los capítulos se llenan, así, de micro-cuentos, de descripciones de historias de vida que juntas componen la novela. Algunas de esas historias, de esas visiones de mundo, puede que sean formas de interpretar el hecho y, entonces, serían distintas maneras de interpretar un determinado hecho. Pero lo más interesante de la obra es que hay sí un tema central explícito – el asalto – pero no es lo más importante, seguro. Hay temas que transcurren toda la obra, como la cuestión de la fidelidad (relaciones afetivo-sexuales o de negocios), la cuestión de la homosexualidad, del control social y de la normalidad versus anormalidad.

Desde la mirada hacia la construcción del texto, la elección del léxico es un punto muy interesante. La marcación de la variedad argentina en los sentidos de muchas expresiones y, más aún, nos parece a los lectores que además el autor hizo una investigación del lenguaje, para usar jergas de bajo nivel. Hay muchas expresiones coloquiales para algunos sujetos/objetos/situaciones clave en el texto, entre las cuales se puede destacar: policía (pesquisas, yuta, cana), dinero (plata, guita, mangos, mosca) y expresiones con connotación sexual (franeleando, coger, garchando, chota, garcha). Además, hay expresiones cotidianas, entre las cuales se puede destacar “dar por rachas”, “echar una mano”, entre otras.

Plata quemada es una novela que le invita a uno a leerla, la secuencia de los hechos presentados, no deja que el lector interrumpa su lectura. Uno quiere siempre saber qué sucedió, porque la novela está llena de elementos misteriosos y cada página es una revelación. En lo que atañe a la división de la obra, como se ha dicho en el primer párrafo, sería lineal en el tiempo, si se consideran los capítulos: (1) El plan del asalto; (2) el asalto y la fuga; (3) después del asalto, en el aguantadero; (4) la delación y la fuga; (5) incumplimiento de las obligaciones del trabajo y la infidelidad en relación a los compañeros; (6) en el departamento de la “morochita” – la escena entre cómica y sangrienta; (7) La plata quemada; (8) Aún creían en la llegada de Malito… La muerte del Cuervo Mereles y de Nene; (9) Sale el Gaucho (Dorda) del departamento, como un Cristo a la cruz.

Otra cuestión interesante de la obra es el cruce de realidad y ficción. Entre las citas directas e indirectas, las distintas, y a veces increíbles, “teorías” de los testigos se mezclan. Se confunden así la verdad y la interpretación. Partiendo de la obra se puede incluso discutir la cuestión esa de la “verdad”, ¿verdad de quiénes? Se puede decir que la historia es casi toda construida en base a los vencedores, sobre los vencidos. Incluso la ficción aparece más en los huecos y en las interpretaciones que se les dan a los actos de los involucrados. El epílogo también se convierte en un apartado interesante de la obra, porque tras leer el libro, se puede deducir que hay la participación del autor como narrador de la obra y se crea la idea de un autor cronista, que da su interpretación, basándose en los datos que tiene. Así la obra se acerca al género crónica, aunque se han desarrollado distintas escenas.

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